sábado, 7 de mayo de 2011

La inocencia extraña

Era pronto, demasiado pronto aun para buscar a mi angel en la noche oscura, pero tan solo arañando la superficie de una roca desnuda surgió una leve luz a mi alrededor.

Blanca y cristalina, me saludó. Y yo sin saber muy bien que hacer le devolví el saludo. Todo fué principio, aunque no del todo. Pronto, muy pronto, quizá no fui capaz de ver lo que para otros era evidente. Blanca y pura. Pero no tanto. Pasó días rodeandome con esa luz hasta que se volvió de un tono más oscuro y trasparente, humo. Soledad. Con y a la vez sin, acompañado y a la vez solo.

Y decidió irse, no hubo llanto, no hubo cólera. Palabras necias. Mentiras sin sentido. Lo peor vino después. Lo evidente se hizo patente. Pronto, demasiado pronto, no pasó más que lo que debía pasar. Silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario